La religión en la Prehistoria
Bases para poder hablar de religión
Sin duda alguna, la mayor cantidad de restos encontrados de nuestros antepasados pertenecen a sus enterramientos. No sólo son vestigios materiales de culturas desaparecidas, sino que también son manifestaciones de la concepción de su existencia en una época difícil, en la que la lucha por sobrevivir era intensa. Estos restos hablan más de lo que parece de un mundo en el que los aspectos de la vida material y espiritual estaban íntimamente unidos. Es difícil que lleguen hasta nosotros pruebas tangibles y concretas de sus ideas religiosas, eso no fosiliza, pero sí nos llegan los objetos materiales donde dichas creencias se asientan. Dichos objetos materiales son símbolos sagrados sobre los que se proyectan estas ideas profundas y hacen que lo espiritual sea más cercano y aprehensible. La necesidad de los seres humanos por comprender su existencia y destino final se manifiesta tanto en dichos objetos como en enterramientos y monumentos funerarios. Hablar de religión en la prehistoria es muy comprometido. No existen datos ni pruebas fiables por lo que todo lo que se puede hacer es intentar interpretar los restos encontrados y ver cómo pudo ser la espiritualidad que daba sentido al mundo a nuestros antepasados.
En un principio, los investigadores de este tema atribuían a cualquier objeto encontrado con uso desconocido a la religiosidad, se dio rienda suelta a la fantasía y a la especulación a la hora de hablar de estos asuntos. También existía el otro extremo, una actitud exageradamente crítica hacia cualquiera que hablara religiosidad o creencias de estos seres humanos tan lejanos en el tiempo.
No se puede negar la posibilidad de que existiesen diferentes cultos según qué zonas geográficas y épocas en tan dilatado período de tiempo, sobre todo si aquellas personas poseyeron las mismas cualidades psicológicas que las de hoy en día. La fabricación de instrumentos de piedra sofisticados, emprender acciones colectivas de caza y poseer una organización social importante da señales de que nuestros ancestros poseían un lenguaje y razonamiento capaz de elaborar planes y que podían tener ideas religiosas, darles forma y expresión.
Seguramente se preguntaban sobre qué era lo que hacía mover la tierra, por qué existían las estaciones, qué eran las estrellas y, sobre todo, dónde iban sus compañeros de caza o familiares cuando morían. Es natural pensar que no eran indiferentes ante estos acontecimientos en la vida de la comunidad, no sabemos cuáles eran sus reacciones, pero un desastre repentino o la pérdida de un ser querido, hace aflorar profundos sentimientos vayamos a donde vayamos en cualquier cultura tanto actual como remota.
Huellas de ritos funerarios prehistóricos
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Los ritos funerarios tienen un significado claramente religioso, ya que son, una respuesta a la constatación del hecho de la muerte y una exaltación de la memoria de los muertos.
El culto a los muertos de las comunidades humanas primitivas implica la presencia de la conciencia de la muerte, probablemente la creencia en los espíritus de los muertos y en una comunidad de difuntos, y casi con toda seguridad, una concepción de la muerte como una prolongación de la vida con unas necesidades más o menos similares a ésta.
Los enterramientos rituales prehistóricos, en los que se ataviaba al difunto con su ajuar, adornos y los atributos de que había gozado en vida, de hecho, todavía nosotros adornamos a nuestros difuntos de esa manera siempre que es posible.
Por cierto, los adornos más usuales debieron de ser los dientes de animales, las conchas y, sobre todo, los caninos de ciervos, éstos tan apreciados que hasta se hicieron imitaciones talladas en cuernos de reno, como se descubrió en un enterramiento de Arcy-sur-Cure, en Francia.
En la necrópolis de Bögenbakken, en Dinamarca, fechada en el 5300 antes de nuestra era, se encontró una doble tumba que contenía el cadáver de una mujer muy joven y, a su lado, el de un recién nacido varón que reposaba sobre un ala de cisne.
Otro hallazgo sobrecogedor fue el del enterramiento triple descubierto en una fosa poco profunda en Dolni-Vestonice (Checoslovaquia), con los restos de tres individuos de entre 17 y 23 años. Todos estaban orientados con la cabeza hacia el sur. El del centro correspondía a una mujer con graves malformaciones y con vestigios de un feto en las proximidades de su pelvis. El de su izquierda, depositado boca abajo, tenía uno de sus brazos apoyado en la joven, como si estuviera protegiéndola. Tanto él como su compañero, colocado al otro lado de la mujer, presentaban signos de muerte violenta. En el momento del enterramiento, la estructura había sido cubierta con maderos y posteriormente incendiada y cubierta con tierra.
Los primeros cementerios
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En el Neolítico, a partir del octavo milenio antes de nuestra era, se fueron imponiendo las sepulturas colectivas, situadas en zonas alejadas de las aldeas, al modo de nuestros cementerios.
En lugares tan dispares como Biblos (Fenicia, cerca del actual Beirut), el Tigris medio o la meseta de Irán, los cadáveres se enterraban en grandes tinajas de cerámica común, pero de grandes dimensiones, como las utilizadas para almacenar el grano. También hubo, sobre todo en una amplia zona de la Europa central, sepulturas individuales, rodeadas o cubiertas de losas, o señalizadas por túmulos de grandes piedras.
Y la creencia en el más allá se tradujo cada vez con mayor firmeza en el incremento de la riqueza de las ofrendas y los ajuares funerarios.
El culto a los muertos se constata progresivamente, hasta el inicio de la historia propiamente dicha, en los rituales de conservación de los cráneos, práctica de la que se tiene constancia en Jericó (Palestina) y en Hacilar (Anatolia). Se han encontrado cráneos alineados sobre piedras llanas, posiblemente expuestos a la veneración de los vivos.
Estas y muchas otras inquietudes aparentemente funerarias culminaron con la construcción de grandes moles pétreas, llamadas megalitos (como los menhires, los dólmenes o las alineaciones pétreas de Stonehenge) cuyo origen y significado todavía no son plenamente conocidos, pero que, en cualquier caso, constituyen los primeros monumentos funerarios que fueron construidos por la mano del hombre y que han llegado más o menos intactos hasta nuestros días.
Glosario fundamental de la religión prehistórica
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Ashdown:
Localidad británica, en Berkshire, donde se conserva un enorme complejo megalítico con más de ochocientos megalitos situados en un paralelogramo de 250 por 500 metros de lado.
Bachler, Emil:
Estudioso suizo que investigó las cuevas de Drachenloch y Wildenmannlisloch, donde se hallaban enterramientos de huesos de oso. Ello demuestra que, al igual que algunas culturas de cazadores árticos, el ser humano daba sepultura ritual a los animales que le servían de sustento, probablemente para garantizar su regreso a la vida para continuar el ciclo.
Carnac:
Enclave bretón donde se halla uno de los alineamientos más famosos de la cultura megalítica con mas de 10 mil piedras alineadas.
Childe, Gordon:
Teórico que postuló una religión megalítica general extendida en Europa gracias a los colonizadores mediterráneos.
Chu-ku-tien:
Yacimiento arqueológico en China, donde se han encontrado cráneos y mandíbulas inferiores enterrados por razones desconocidas. Es el enclave funerario más antiguo conocido y se remonta a entre trescientos y cuatrocientos mil años.
Crómlech:
Monumento funerario megalítico similar al dolmen. Consistía en un círculo de piedras, a menudo con un dolmen en el centro.
Culto a los cráneos:
Tipo de enterramiento frecuente en el Neolítico, al menos en Oriente Próximo. Las cabezas tenían los rasgos faciales sobremodelados con arcilla u otras sustancias, y se enterraban acompañadas de estatuillas, armas y otros objetos. El culto debe probablemente su origen a la creencia ancestral de que el alma está localizada en el cráneo.
Diosa Madre:
Deidad principal y común a casi todas las culturas neolíticas. Se la representaba en figurillas de arcilla o en pinturas que adornaban los sepulcros. Ello hace pensar en la existencia de una relación entre el culto a los muertos y el culto a la fecundidad, dado el carácter cíclico de la sociedad agrícola del Neolítico.
Dolmen:
En la cultura megalítica europea de las zonas preceltas, cámara funeraria sencilla compuesta por varias piedras verticales sin tallar y una piedra enorme como techo.APRENDE COMO SE CONSTRUÍA UN DOLMEN.
Gran Diosa:
Divinidad femenina y protectora de los muertos, similar a la Diosa Madre neolítica, que prolifera en casi todas las culturas megalíticas en Europa.
Hacilar:
Cultura neolítica de Anatolia en la que los muertos eran enterrados en subterráneos adornados con pinturas y esculturas de dioses, especialmente de la Diosa Madre.
Hal Saflieni:
Gran necrópolis del período megalítico, situada en Turquía, que contiene más de 7 000 osamentas inhumadas en cámaras talladas en la roca y acompañadas de figuras femeninas recostadas, probablemente representaciones de la Gran Diosa.
Hematites:
Mineral rojizo que se usaba en enterramientos, principalmente en África. (Véase Ocre rojo.)
Jericó:
Probablemente la ciudad más antigua de la historia (6850-6770 a.C.), es un paradigma de las costumbres funerarias neolíticas: los sepulcros estaban situados bajo el pavimento de las viviendas, y en ellos las partes inferiores del difunto eran tratadas con yeso y se colocaban conchas en los ojos.
Los Millares:
Necrópolis megalítica situada en las inmediaciones de Almería, donde hay más de cien sepulcros con restos de pinturas y cubiertos por túmulos.
Menhir:
Gran piedra vertical característica de la cultura megalítica europea. El más alto conservado, de 20 metros, es el de Locmariaquer.
Meuli, Karl:
Investigador que postula el origen no religioso de los enterramientos de osos en los Alpes. Según su teoría, el cazador prehistórico pretendía garantizar de forma mágica el retorno del oso, pero en ello no intervenía deidad alguna.
Musteriense:
Período prehistórico (70000-50000 antes de nuestra era) a partir del cual es posible afirmar con seguridad arqueológica la existencia de verdaderas sepulturas.
Natufiense:
Período mesolítico cuyo nombre procede de Wadi en Natuf, lugar donde se hicieron las primeras excavaciones que pusieron al descubierto esta población. Sus tumbas eran de dos tipos: enterramiento del cuerpo entero, encorvado, e inhumación tan sólo del cráneo.
Ocre rojo:
Polvo con el que se rociaban los cadáveres que se enterraban hace cientos de miles de años. Fue una práctica común tanto en Asia como en Europa, América, Australia y África. Se cree que el rojo era símbolo de vida y que el polvo de este color garantizaba al difunto la resurrección o la encarnación en el otro mundo.
Piggot, Stuart:
Estudioso que sitúa el origen de la cultura megalítica en el Egeo, desde donde se extendió a casi toda Europa.
Reichel-Dolmatoff, C:
Antropólogo que buscó las claves de las costumbres funerarias de la Prehistoria observando los enterramientos y ritos funerarios de los indígenas kogis de la Sierra de Santa Marta, en Colombia.
Schmidt, Wilhelm:
Teórico del fundamento religioso de los enterramientos paleolíticos de osos en los Alpes. Según su teoría, obedecen a la creencia de los cazadores prehistóricos en algún tipo de señor de los animales. Se contrapone así a la tesis de Karl Meuli.
Sepulcro de corredor:
Tipo de estructura funeraria megalítica procedente del dolmen, al que se añadía un pasillo de losas como vestíbulo. Es característico de Europa occidental y Suecia.
Tell Halaf:
Cultura neolítica que conocía el cobre y enterraba a sus difuntos acompañados de figurillas de arcilla, especialmente del toro sagrado y la Diosa Madre.
Toro salvaje:
Deidad común a muchas culturas neolíticas, que la representaban en esculturas o pinturas que se han hallado en tumbas. Representa la virilidad. Su presencia puede cumplir el mismo objetivo que la Diosa Madre.
Cronología del pensamiento trascendente en la prehistoria
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Extremo Oriente: Probable culto a la fecundidad, rituales de caza, enterramientos ceremoniales.
África: Muertos enterrados con ornamentos y tocados, y con collares de cuentas.
Asia Menor: Culto a animales, ritos de caza, enterramientos ceremoniales.
Mediterráneo Occidental: Culto a la fecundidad con figuras de diosas. Culto a animales y sitios totémicos.Ritos de caza y enterramientos ceremoniales.
Asia Central: Vestigios de culto a la Diosa Madre y a los animales.Figuritas de jabalíes pinchados.
África: Quizá culto a las cabezas de los antepasados. Cultos a la Diosa Madre asociados con animales. El buitre, asociado con cultos funerarios.
Asia Menor: Cultos de caza y magia. Enterramientos con bienes personales.
Mediterráneo Occidental: Continuación de ritos de caza. Enterramientos con bienes personales.
Extremo Oriente: Enterramientos con bienes del difunto.
Asia Central: Cultos de fecundidad asociados con la Diosa Madre en Irán y la India.
Oriente Medio: Cultos de fecundidad asociados con la Diosa Madre y los toros
Asia Menor: Cultos a la Diosa Madre. Enterramientos comunales, quizá culto a los antepasados.
Mediterráneo Occidental: Enterramientos comunales. Culto a los antepasados
FUENTE:INTERNET